¿Un Plan B para Tierra Santa? Muchos cristianos ven bien un único Estado si hay igualdad

Orantes en el Muro de las Lamentaciones, foto de Anton Mislawsky en Unsplash
Orantes en el Muro de las Lamentaciones, foto de Anton Mislawsky en Unsplash

Con la guerra de fondo en Gaza y en Líbano, y la violencia extendiéndose en puntos de Cisjordania, el periodista y vaticanista Sandro Magister ha prestado atención a los análisis que ha ido haciendo un observador muy peculiar: un sacerdote católico, de origen judío, sin fe en su juventud, que se convirtió a Cristo a los 25 años. Es el jesuita David M. Neuhaus, que de 2009 a 2017 fue el pastor encargado por el Patriarcado Latino de Jerusalén para atender a los católicos de lengua hebrea en Israel. Estos católicos son descendientes de judíos, o israelíes conversos, o los hijos de inmigrantes -desde filipinos a eritreos- que se han educado en lengua hebrea en escuelas israelíes. Neuhaus es profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Jerusalén y también ha sido el superior de los jesuitas en Tierra Santa.

Neuhaus ha escrito una serie de artículos en la revista de los jesuitas de Roma, La Civiltà Cattolica.

La novedad es que mientras la diplomacia vaticana sigue hablando de una solución de los dos Estados para el conflicto palestino-israelí (lo viene haciendo desde 1947, siguiendo una decisión de la ONU) Neuhaus argumenta a favor de un único Estado, pero donde tanto los palestinos como los israelíes estén bien representados y en paz. Magister lo llama «el plan B» de la Iglesia.

Los católicos de Tierra Santa hablan de «retórica vacía»

No sólo el jesuita israelí pide ya esa opción. El mismo Patriarca Latino, Giambattista Pizzaballa, que es franciscano e italiano, lo defendió hace ya 5 años.

El 20 de mayo de 2019, antes de la pandemia, de la guerra de Ucrania y de la de Gaza, los obispos católicos de Tierra Santa, incluyendo a Pizzaballa, declaraban: “Todo lo que se habla de una solución de dos Estados es retórica vacía en la situación actual. En el pasado vivíamos juntos en esta tierra, ¿por qué no podríamos vivir juntos también en el futuro? Una condición fundamental para una paz justa y duradera es que todos en esta Tierra Santa gocen de plena igualdad. Ésta es nuestra visión para Jerusalén y para todo el territorio llamado Israel y Palestina, que se encuentra entre el río Jordán y el mar Mediterráneo«.

En realidad, lo que quieren muchos cristianos es que haya un único Estado, que no se declare ni judío ni musulmán, sino plural, donde los cristianos y otras minorías (también los no creyentes) tendrían más espacios y libertad. A menudo, los cristianos ejercerían de punto de contacto y mediación entre los dos grandes colectivos religioso-nacionales.

El 28 de septiembre de 2024 aún el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin defendía en la Asamblea General de Naciones Unidas que «la única solución practicable» para garantizar la paz entre Israel y los palestinos «es la de dos Estados, con Jerusalén con un estatuto especial». Pero Magister señala que si bien fue posible quizá esta solución entre los acuerdos de Oslo de 1993 y los de Camp David del 2000, hoy esa reclamación suena a ritual vacío.

Neuhaus: acabar con la discriminación a los no judíos

Neuhaus, jesuita israelí, hebreo católico, en su primer artículo (“Pueblo de Israel, tierra de Israel, Estado de Israel”, de 2020, en plena pandemia y sin guerra) señala que los no judíos viven «múltiples formas de discriminación, marginación y exclusión» en el actual Israel, y esos «no judíos» «deben tener voz, no sólo en el ámbito político, sino también en el debate teológico sobre la tierra y sobre el Estado de Israel». Y añade que «el principio último para una solución duradera es la igualdad de la persona humana en derechos y deberes», sea cual sea el marco, «ya sean dos Estados que vivan uno al lado del otro o un Estado para todos».

David M Neuhaus, de familia hebrea, católico desde los 25 años, analiza una posible solución de un Estado plural en Tierra Santa
David M Neuhaus, de familia hebrea, católico desde los 25 años, analiza una posible solución de un Estado plural en Tierra Santa

El segundo artículo es posterior a la pandemia y anterior a la guerra de Gaza, del 19 de noviembre de 2022. Recuerda que los árabes perdieron la guerra de 1947, 700.000 palestinos tuvieron que huir, sus descendientes viven en campos de refugiados en Cisjordania, Gaza, Líbano, Siria y Jordania, sus casas se las quedaron a menudo israelíes. Los israelíes han ocupado con carreteras y asentamientos muchas tierras que según el derecho internacional corresponden a un Estado palestino. Por eso, muchos diplomáticos hoy prefieren centrarse en la «igualdad» dentro de Israel, «sea cual sea el marco político en el que se desarrolle la situación».

El tercer artículo, 6 de mayo de 2023, meses antes de la guerra de Gaza a gran escala, titulado «Los judíos de cultura árabe», recuerda que en el pasado muchas personas de religión judía eran consideradas como árabes (por usar la lengua árabe, desde Marruecos a Asia Central) pero fueron expulsados al nacer el Estado de Israel con sus guerras con los vecinos árabes. Muchos de ellos eran sefardíes.

Hoy, señala Neuhaus, la dirección de los partidos políticos en Israel la tienen los ashkenazíes, de ascendencia europea. Los sefardíes, más abiertos a lo árabe, están bastante relegados del poder. El partido Shas es considerado «judío ultraortodoxo», porque es judío, conservador y muy religioso, pero son sefardíes y sorprenden «a los observadores políticos por su moderación y su apertura a diálogo con los árabes en general y con los palestinos en particular».

El cuarto artículo lo escribió el 2 de marzo de 2024, ya tras medio año de guerra en Gaza, con el título: «Israel, ¿adónde vas?»

¿Un Estado para los judíos? ¿O un Estado plural, también para no judíos?

Neuhaus ve claro que Israel está en la «peor crisis desde su fundación». Ve «dos visiones diferentes del Estado: por un lado, la de un Estado judío, concebido como una patria para todos los judíos del mundo; por el otro, un Estado democrático, concebido como el país de todos sus ciudadanos, judíos y no judíos, incluyendo árabes».

Entonces llegaron los atentados crueles del 7 de octubre. Planteó “la tremenda cuestión de si el Estado de Israel es realmente el refugio seguro que parecía». Neuhaus cree que las élites ashkenazíes, nacionalistas, son los que insisten en «un Estado judío para un pueblo judío» (y sólo para los judíos). Pero la realidad es que en Israel hay muchos árabes de cultura, que de religión pueden ser musulmanes, cristianos o drusos. Suman unos 2 millones de personas.

Formalmente «tienen derechos políticos como todos los ciudadanos israelíes», pero en realidad están «excluidos de la mayoría de los órganos de toma de decisiones», denuncia Neuhaus. Cree que ellos y los sefardíes, y «el mundo árabe circundante» podrían construir los pasos para una «coexistencia».

¿Un único Estado en una tierra llamada a ser santa?

El quinto artículo es del 18 de mayo de 2024 y se titula: “Diálogo judío-católico a la sombra de la guerra en Gaza”. Vuelve a dar cifras: «hoy en Israel-Palestina hay siete millones de judíos israelíes y siete millones de árabes palestinos». Como ve poco viable una solución de dos Estados, habla de la construcción de un futuro compartido en una tierra llamada a ser santa, en Israel-Palestina».

Como ejemplo simbólico, señala una escena que se dio en Verona el 18 de mayo junto al Papa: se dieron un abrazo, como deseo de paz, el israelí Maoz Inon, cuyos padres fueron asesinados por Hamás el 7 de octubre, y el palestino Aziz Sarah, cuyo hermano murió bajo los golpes del ejército israelí.

En su artículo del 21 de septiembre de 2024, vuelve a destacar la importancia que otorga al partido Shas y sus sefardíes y mizrahíes (descendientes de judíos del norte de África o del imperio otomano), conservadores pero opuestos al fanatismo. Tiene 11 de los 120 diputados del Parlamento. Parece poco, pero es el tercero con más diputados en el fragmentado Parlamento israelí. Como otros partidos religiosos, se oponen al servicio militar y también a las ideologías de género y LGTB. En temas de paz, aceptan negociaciones y diálogo «con los palestinos y el mundo árabe, así como el compromiso territorial». Neuhaus sabe que en La Civiltà le leen personas influyentes en Roma: parece estar apuntando a este colectivo como un interlocutor tratable e influyente para la Iglesia y su diplomacia, y cualquiera que intente construir paz.

Dos personalidades en L’Osservatore

Magister, para aportar más datos del marco en que se vive todo esto, recuerda que el 17 de octubre el Papa Francisco recibió juntos en el Vaticano al ex Primer Ministro israelí Ehud Olmert y al ex Ministro de Asuntos Exteriores del Estado palestino Nasser Al-Kidva, sobrino de Yasser Arafat.

Ese mismo día, el israelí Olmert dijo a «L’Osservatore Romano» que la hipótesis de «los dos Estados» podría hacerse pero intercambiando territorios: un 4% de de territorio israelí pasaría a una futura Palestina, y un territorio similar de Cisjordania pasaría a Israel, incluyendo un corredor que conecte Cisjordania y Gaza.

El palestino Al-Kidva cree que para tener dos Estados, el de Palestina debería ser «un Estado no militarizado, salvo para sus necesidades de policía interna». Ambos creen que los barrios árabes de Jerusalén que no eran hebreos antes de la guerra de 1967 podrían ser parte (y capital) de un Estado palestino.

Pero «L’Osservatore Romano» apunta que el actual Gobierno israelí no aceptaría nunca algo así, ni tampoco aquellos palestinos radicales que sólo se contentarían con la destrucción de Israel como Estado.

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