Este domingo 15 de mayo será canonizado el beato Charles de Foucauld, cuya espiritualidad ha influido en millones de personas y en decenas de grupos y congregaciones.
Las Hermanitas de Jesús, conocidas también como las Hermanas de Carlos de Foucauld, son una de estas congregaciones. Fue fundada por la religiosa francesa Magdalena de Jesús en Argelia en 1939 inspirándose en el estilo de vida del inminente santo.
«Sed una ‘sonrisa’ en este mundo… Sonreíd a todos los que sufren en la carne, en el corazón, en el alma, enfermos, encarcelados… Como si no fueras más que esto: un pequeño rayo de sol que entra en una habitación oscura y fría para iluminarla y calentarla, eso sería suficiente”, escribió la hermana Magdalena, fundadora de las Hermanitas de Jesús el 22 de julio de 1956.
Siguiendo los pasos de Carlos de Foucauld, las Hermanitas de Jesús llegaron a Tierra Santa hace más de setenta años, para testimoniar la gracia y la misericordia de Dios en una sociedad que sufre divisiones e inquietudes, llevando un mensaje de sencillez, pobreza y amor.
En declaraciones al Christian Media Center, la hermana Maria Chiara, que en estos momentos se encuentra en Jerusalén, afirma: “nuestra misión aquí, como en todas partes, se puede resumir en tres palabras: oración, vida y trabajo en común, amistad con las personas. También se puede resumir en una palabra: relación. El centro de nuestra misión es vivir la relación con el Señor, entre nosotros y con todas las personas que encontramos”.
Las Hermanitas de Jesús han iniciado un nuevo enfoque de la vida monástica, que consiste en integrarse en la sociedad como la levadura en la masa, para que la «Iglesia de los Pobres» esté cerca de toda persona. En Jerusalén, su hogar está ubicado en el lugar donde, según la tradición, Verónica limpió el rostro de Jesús con un paño, que se ha convertido en el prototipo de todos los iconos.
Otra de las hermanitas, Katia, explica que en esta casa pintan iconos. “Es el lugar de la Verónica, que significa ‘verdadero icono’. Es un lugar para nosotros y también para los peregrinos, que vienen aquí a buscar el ‘verdadero icono’, el verdadero rostro de Dios. Y creemos que en este Jesús que cargó la cruz, que pasó aquí por la Vía Dolorosa, el verdadero rostro de Dios se revela verdaderamente”, asegura.
Precisamente, subiendo desde la calle del mercado de Bab Khan al-Zayt, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en plena Vía Dolorosa se encuentra la Iglesia del Rostro de Jesús, imagen que representa la solidaridad del hombre con su prójimo.
De este modo, la hermanita Maria Chiara señala que en este lugar “se recuerda a la Verónica que enjuga el rostro de Jesús que sufre. Pensamos en todas las personas que viven en este país, en cuántos de ellos necesitan esto, encontrar a alguien que les seque las lágrimas, que puedan escuchar, que puedan estar cerca… Esto es parte integral de nuestro estar aquí”.
Las Hermanitas de Jesús viven la espiritualidad de Carlos de Foucauld en una vida monástica que, a través de la cercanía de la Iglesia, lleva a Jesús «al corazón del mundo». Ellas mismas viven la misión silenciosa y sin palabras de Jesús, y la participación en la vida de las personas que encuentran.