Los confinamientos y el cierre de fronteras a los peregrinos tuvieron una incidencia singular en el eremitorio de Getsemaní a lo largo del último año y medio: “Hemos pasado de acoger y proponer un modelo de eremitismo y oración a convertirnos nosotros mismos en ermitaños«, explica su director, fray Diego Dalla Gassa, en el portal de la Custodia: “Para nosotros ha sido tiempo de intercesión y de oración, y no podía ser de otra manera en el lugar en que, como nos narra el Evangelio, el Señor lucha”. Fue allí donde Jesucristo se retiró a orar y entró en agonía (que etimológicamente significa lucha) antes de ser prendido y entregado para sufrir la Pasión.
«Han sido semanas y meses de oración intensa, de silencio e intercesión», añade, «características que me han permitido, a mí y a mis colaboradores, conectar profundamente con la situación dramática que se desarrollaba fuera del huerto y en todo el mundo”.
Como otros lugares santos, el eremitorio tuvo que cerrar y dejar de atender las solicitudes no solo de los peregrinos a Tierra Santa, sino también de los que denomina «amigos del eremitorio», que viven en él algunas semanas al año. Fue una situación insólita para los frailes que lo custodian: «El eremitorio no había estado nunca vacío durante más de una semana al año, así que sentíamos la necesidad de reinventarnos”.
Para los peregrinos individuales el acceso sigue prohibido, pero los consagrados que viven en Tierra Santa ya pueden participar en las iniciativas del eremitorio, desde ejercicios espirituales anuales a la posibilidad de pasar un periodo de soledad y oración frente a los muros de Jerusalén.
“También pensamos en los que no podían llegar hasta aquí: especialmente durante el tiempo de Adviento realizamos nuestras lectio en italiano a través de Zoom, despertando muchísimo interés: si normalmente reunían a un máximo de 50/60 personas, en este caso participaron unas 120 procedentes de Argentina, Italia, Rusia, España, así como varias comunidades religiosas de Galilea”, explica el padre Gassa. Esta iniciativa de acompañamiento espiritual a distancia fue muy bien recibida por los devotos del lugar y de Tierra Santa.
“En este periodo, hemos experimentado que la palabra de Dios es verdadera y real”, concluye el fraile: «Hemos descubierto que muchas personas han encontrado a Jesús en la noche de este último año y, tal como sucedió aquí, la noche se ha convertido en encuentro, en oportunidad. Es un tiempo nuevo para todos, tiempo de prueba”.