El último domingo de octubre tuvo lugar en Deir Rafat una hermosa fiesta: los católicos de Tierra Santa honraban solemnemente a la Reina de Palestina en su santuario.
Este santuario se encuentra a unos 35 kilómetros al oeste de Jerusalén, a mitad de camino entre la Ciudad Santa y Tel Aviv, en el valle de Soreq, cerca de la ciudad de Beit Shemesh. Se construyó, gracias a la iniciativa de Su Beatitud el Patriarca latino de Jerusalén, Luigi Barlassina el año 1927. El mismo Patriarca instituyó la fiesta de la Bienaventurada Virgen María como Reina de Palestina. La Santa Sede la aprobó invitando a los fieles a implorar a la Virgen de Nazaret para que ella proteja, de manera especial, su Tierra natal. Este año hemos celebrado los ochenta años de la fundación del santuario.
La idea del conjunto de edificios que componen el templo, el convento, el orfelinato y la escuela se debe al arquitecto benedictino Maurizio Gisler. Una estatua de bronce de 6 metros destaca sobre el frontispicio; representa a Santa María bendiciendo su tierra con su mano extendida. A sus pies una dedicatoria proclama Reginae Palestinae ("A la reina de Palestina”).
Hay que recordar que en aquellos años el nombre de Palestina no tenía el sentido político que, a veces, se le da en la actualidad: designaba, sin más, la región geográfica de la patria terrestre de Jesús y de María, su madre.
Las primeras palabras del Ave María decoran en el interior del templo, las paredes y todo el techo. Una alegre multitud de ángeles sostienen cintas decorativas en las que se pueden leer en 280 lenguas las palabras de saludo del Mensajero celestial.
Cristianos procedentes de todo el territorio, Alta Galilea, Jafa, Jericó, Jerusalén, Belén…llegaron al santuario de Deir Rafat para la celebración de la fiesta patronal del Patriarcado latino de Jerusalén. Con esta ocasión, las autoridades militares israelitas concedieron ochocientos permisos para poder atravesar el muro de separación.
El presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, cardenal Walter Kasper, presidió la solemne concelebración eucarística. El Patriarca Michel Sabbah, el Nuncio Apostólico Antonio Franco, todos los obispos del Patriarcado Latino de Jerusalén y una treintena de sacerdotes concelebraron con el cardenal.
Monseñor Kasper recordó en su homilía el lugar de María en la vida del cristiano y su especial predilección por los pueblos que hoy habitan en Tierra Santa. Concluyó exhortando a la oración confiada y llena de fe para pedir a la Virgen que inspire y sostenga cada acto de reconciliación y de diálogo sincero, premisas indispensables para obtener, gracias a su maternal intercesión, el don de la paz, anunciado en el nacimiento de su hijo Jesús, Nuestro Señor.
La fiesta, religiosa y popular, terminó con una bella y larga procesión alrededor del santuario.
Los fieles congregados en el Santuario de Der Rafat participaron de la Eucaristía y compartieron una comida preparada por las hermanas del convento con la ayuda de dos familias locales no cristianas. Las Hermanas de Santa Dorotea, cuya casa central está en Vicenza, Italia, son las encargadas de este lugar que alberga, así mismo, un centro para retiros espirituales y una casa para peregrinos deseosos de huir del bullicio de la ciudad y sumergirse en ambiente de paz y de silencio en plena naturaleza.