Del 8 al 10 de noviembre tuvo lugar, en el patio de la curia de la Custodia de Tierra Santa, una exposición de publicaciones del siglo XV, destinada a revalorizar el patrimonio bibliográfico de la Custodia. El día 9 se celebró asimismo un congreso, también en el marco del proyecto Libros, puentes de paz, iniciado en 2011 gracias a la colaboración entre la Custodia de Tierra Santa, el Centro de Investigación Europeo Libro Editoria Biblioteca de la Universidad Católica (CRELEB) de Milán y la Asociación Pro Terra Sancta.
Según informa Beatrice Guarriera, los veintiséis incunables que se expusieron en Ars artificialiter scribendi. Una muestra de las publicaciones del siglo XV de la Custodia franciscana de Tierra Santa proceden de Rodas, El Cairo, Chipre, Nazaret, Beirut, Belén y Washington.
«El objetivo de la exposición –explicó el profesor Edoardo Barbieri, director del CRELEB– es la valoración del patrimonio bibliográfico antiguo de la Custodia como una oportunidad de encuentro entre estudiosos de varias tradiciones culturales en torno a este material». El catálogo de la muestra Ars artificialiter scribendi, redactado por Luca Rivali y Lorenzo Salamone, contiene una introducción de Falk Eisermann, director del Gesamtkatalog der Wiegendrucke de Berlín. «Llevo trabajando en un catálogo de incunables del siglo XVI desde 2011 –refiere Luca Rivali– y el resultado se publicará en 2017. Para esta exposición, sin embargo, se ha realizado un pequeño catálogo con apartados más generales, y con fichas más didácticas».
El padre Lionel Goh, bibliotecario general de la Custodia, ha definido la exposición como «una ocasión extraordinaria», porque sin catalogarlo no se puede siquiera conocer el tesoro que se posee. «Cuando descubrimos cosas que se refieren tanto a los judíos como a los árabes, entonces se abren nuevas vías para el diálogo, se comprende que hemos compartido la misma historia. La biblioteca, de lo contrario, se convierte en un cementerio de libros, mientras que durante mi gestión pretendo abrirla al mundo y darle vida».
Precisamente con este propósito se organizó el congreso del 9 de noviembre, titulado Catalogar para preservar y conocer. Un itinerario internacional entre los libros antiguos de Jerusalén. En una sala de la Custodia de Tierra Santa se han reunido algunos de los mayores expertos del sector cultural árabe, hebreo y armenio.
Después de los saludos del cónsul general de Italia, Fabio Sokolowitz y del cónsul general de España, Rafael Matos, fray Dobromir, vicario de la Custodia de Tierra Santa, ha dado la bienvenida a los presentes. La Ministra de Instrucción Pública italiana, Stefania Giannini, había hecho llegar un mensaje para la ocasión, que ha leído el padre Barbieri. El tema de la conferencia que ha abierto el congreso ha sido “El conocimiento del libro y las perspectivas de su valorización”. Estaba previsto que la impartiera Luisa López-Vidriero Abelló, directora de la Biblioteca Real de Madrid, pero no ha podido desplazarse a Jerusalén y, en su lugar, ha pedido que realizara su intervención la doctora Sissi Mattiazzo.
Después, se ha realizado una conexión vía Skype desde España para responder a las preguntas de los asistentes en la sala. Tras la pausa para el café, ha tomado la palabra Yoel Finkelman, de la Biblioteca Nacional de Israel, que ha hablado sobre la conservación de los manuscritos hebreos, seguido de George Hintlian, ponente que ha tratado las características específicas de los documentos armenios. Luca Rivali, por su parte, ha explicado su experiencia en la catalogación de incunables de las bibliotecas franciscanas, mientras que Khader Salameh se ha centrado en los manuscritos árabes de las bibliotecas de Jerusalén.
¿Cuáles son las vías a seguir para llevar adelante la colaboración entre las varias realidades presentes en Jerusalén? «Necesitamos un catálogo de todos los manuscritos de Jerusalén y después encontrar fondos para restaurarlos», ha señalado Khader Salameh. «Podríamos compartir un proyecto de digitalización, eventos culturales y actividades educativas», ha comentado Yoel Finkelman. George Hintlian ha añadido: «Tenemos una idea muy superficial de cada biblioteca. Lo primero que hay que hacer es fomentar el deseo de visitar físicamente las otras colecciones. Hoy asistimos al inicio de la construcción de un puente».