Proceden de Belén, Beit Jala o Beit Sahour, de Jerusalén y de toda Galilea. Hemos venido a adorarle es el lema del encuentro de la juventud franciscana, un encuentro de Adviento como preparación para el nacimiento de Jesucristo: la Navidad.
La última vez que estos jóvenes se habían reunido fue para la marcha franciscana organizada cada año en verano. En el anfiteatro de la escuela de Tierra Santa en Belén, los primeros en llegar esperaban con impaciencia el inicio de la jornada, mientras algunos ya estaban bailando.
Tras la llegada del autobús de Galilea, todos se han calentado con un momento de alabanza y baile. Fray Emad María, desde hace poco nuevo responsable de la pastoral de jóvenes para la Custodia de Tierra Santa y de la marcha franciscana, ha pronunciado una meditación sobre el lema del encuentro.
«Hoy hemos venido a adorarle desde toda Tierra Santa, antes de Navidad», ha comenzado Fray Emad. «Poco importa el motivo por el que hayas venido hoy… yo te pido ahora, antes de seguir tu jornada con nosotros, que sacudas tus pies, que dejes todo fuera para que la gracia de Dios entre en tu corazón». Adorarle, ha explicado, no es solo postrarse de rodillas delante de él, sino aceptar enteramente a Dios en el acontecer cotidiano de nuestra vida, convertirlo en el motivo de nuestra existencia, vaciarse de todos nuestros problemas y dejarse guiar por su gracia. Pedir menos y escuchar más. Conocer a Jesús está bien, asentarse en un encuentro personal con El, es aún mejor.
El sol, que se filtraba por los ventanales de la capilla de la Gruta de la Leche, coloreaba el lugar con un sutil tono de azul. Aquí se ha celebrado la misa de fray Emad.
A su llegada, los jóvenes habían recibido un brazalete de uno de estos colores: azul, amarillo, verde o naranja. Después de la comida, tenían una misión. ¿Cuál? Llevar el espíritu y la alegría de la Navidad a una de las siguientes casas de caridad: el Pesebre de Belén, el Verbo encarnado, las hermanas de la Caridad y la casa de San Antonio.
En los cuatro sitios, los jóvenes han cantado, bailado y tocado (sobre todo el tamtam) al ritmo de los aplausos de los ancianos, los niños y los jóvenes. Todos eran muy buenos, pero uno de los grupos con brazaletes amarillos –en la casa de las hermanas del Verbo encarnado– son los que han hecho más ruido con sus tambores y villancicos, una sesión de intensa alegría que ha terminado con canciones de envío y de alabanza en lengua árabe: Shukran lilah.
«Organizamos la famosa marcha franciscana cada año; es un momento de encuentro y de intensa experiencia espiritual –explica fray Emad–. Hoy nos hemos reunido ante todo para permanecer en contacto unos con otros durante el año; también es una ocasión importante de preparación para la Navidad. A esta edad numerosos jóvenes buscan su camino, hace falta vaciarse de los asuntos de este mundo, dejarse guiar por Jesús, construir una relación personal fundada sobre el amor. Un amor que nos empuja al temor amoroso y no al miedo».
«Querría trasmitir a los jóvenes que forman parte de la Iglesia –ha subrayado– que nos ocupamos de ellos, que son importantes y que cada uno de ellos es único. Queremos ocuparnos de cada uno, de cada una, más allá de la situación en la que se encuentre o de dónde provenga. Trasmitir también la sencillez franciscana, vivir momentos juntos como hermanos y hermanas de la misma familia. Sensibilizarles hacia la llamada de Dios, hacia las vocaciones, y más sencillamente permanecer a la escucha de sus necesidades y estar presente en cada solicitud de acompañamiento espiritual».
Jiryes Ghattas, de 29 años, ha hecho todo el camino desde Nazaret a Belén. «Estoy aquí para prepararme para el nacimiento de Cristo dentro de mí. Para prepararme ante todo para su venida, durante estas dos semanas, el mismo día de Navidad y para el año nuevo. Cristo es la verdad y si no hago el esfuerzo de conocerle no podré saber nunca quién soy y no podré nunca responder a mi vocación de hijo del Padre». ¿Por qué prepararse en grupo? «Es cierto que la preparación es personal, individual, pero esta preparación en grupo es importante porque Cristo nace para todos –ha subrayado–. Todos nosotros buscamos lo mismo, pero cada uno tiene una vocación personal y una relación única con Jesús».
«Esta mañana no quería venir –comenta Lina Giacaman, 18 años, de Belén y que lleva una kefia y una tau–. Sí, tengo exámenes, pero en el último minuto he cambiado de idea porque he sentido que debía estar aquí. Quizá quería que viniese. Nosotros pedimos mucho a Dios y Él nos da mucho durante el año… ¿Qué podemos darle, ahora, durante su fiesta? ¿Tomarnos tiempo para escucharle?»
«Hoy hemos ido a visitar a los necesitados –recuerda–. Dios nos habla también a través de ellos y nosotros nos hacemos más sensibles a las gracias cotidianas mediante el contacto con los otros. Estar al servicio de los necesitados no es algo para hacer solo durante las vacaciones. Después de la visita de hoy, pienso echar una mano en estas casas de caridad durante el año.»
«Me gustan estos encuentros de grupo –ha concluido–. Dios quiere también que nos reunamos a rezar y lo ha dicho… es interesante, intercambiamos experiencias personales, oramos y cantamos juntos: ¡el mensaje de Dios llega también a través del encuentro con los otros!»
«Hoy he aprendido algo importante –ha contado a micrófono Majd de Belén durante el intercambio colectivo–. ¡La caridad no necesita de piedad sino de un simple momento de valentía y de mucha alegría!»
«Que cada uno ahora se diga a sí mismo: “¡Jesús nacerá para mí personalmente!” –ha pedido fray Emad–. Haced que este encuentro sea para vosotros algo sobre lo que podéis construir y madurar, antes, durante y después de Navidad. ¡Con un “hasta nuestro próximo encuentro” os deseo feliz Navidad a todos y a todas! »
Se han repartido regalos y se ha tomado una foto de grupo para recordar esta jornada espiritual rica en actividades, intercambios y alegría.
Texto y fotos: Custodia de Tierra Santa.