«El sufrimiento de israelíes y palestinos exige ser escuchado», son las palabras del cardenal Matteo Maria Zuppi, presidente de los obispos italianos, al final de la peregrinación que, desde el jueves, ha llevado a 160 personas de Italia a los lugares del Evangelio. Una iniciativa impulsada por la Archidiócesis de Bolonia en colaboración con el Patriarcado Latino de Jerusalén a la que se han sumado decenas de asociaciones.
«Muchos dijeron que no era el momento: demasiados problemas. Sin embargo, en Tierra Santa todo el mundo nos dice lo contrario. No aportamos soluciones, simplemente nos encanta compartir. Como cuando vas a visitar a un amigo enfermo. A algunos les puede parecer inútil porque sólo piensan en salvarse a sí mismos. Sin embargo, no existe la salvación por sí sola. La paz está siempre en estar juntos», asegura.
Secar todas las lágrimas
Al presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) le acompañó el patriarca Pierbattista Pizzaballa, quien expresó su agradecimiento: «Venir aquí para darnos confianza, solidaridad, cercanía, es exactamente lo que necesitamos«. «Un triduo», define la misión el cardenal Zuppi. «Estamos en un largo Sábado Santo en el que vivimos las terribles consecuencias del mal del Viernes de Pasión. Nuestra actitud, sin embargo, es la de las mujeres que siguen preparando aceites perfumados», expresa.
Lo que más ha sorprendido al arzobispo de Bolonia, en los numerosos encuentros con las diferentes comunidades, ha sido el profundo sufrimiento. «Un sufrimiento que pide ser acogido y escuchado. Sólo así comienza la paz: no evitando el mal sino comprendiendo el dolor de los demás y haciéndolo propio. Si no vemos la cruz, las cruces, las guerras, los rostros, las historias, las torturas, las armas, nunca entenderemos verdaderamente, seguiremos enamorados de nuestra idea, no del Evangelio de Jesús crucificado», explica.
De ahí, el ánimo de Zuppi de querer secar todas las lágrimas, sin distinción: de las familias de los rehenes israelíes tomados por Hamás el 7 de octubre, a los habitantes de Cisjordania para quienes la ocupación se ha vuelto más dura en los últimos ocho meses, a aquellos con familiares en el abismo en la Gaza devastada por la guerra, a los cristianos encarcelados, o los pequeños enfermos en el hospital infantil de Cáritas en Belén.«Recordaremos el hecho de que viniste mientras experimentábamos el desaliento del abandono», dijeron a Zuppi.
«Rachel, madre de Hersh, joven de 23 años secuestrado en el Festival Nova, me conmovió con su coraje y su sabiduría», comenta Zuppi. «‘No debería haber competencia entre el dolor. Todos sufren. No quiero que mi aflicción cause más daño’, me dijo esa madre. Y, añadió: ‘Uno mi sufrimiento al de tantos inocentes asesinados en la Franja'». «Sólo cuando dos dolores se convierten en un solo amor encontramos el camino hacia la paz. Un camino estrecho, impermeable y a menudo lleno de baches», asegura el obispo.