La situación de los cristianos en Gaza, y cómo afecta la guerra a los del resto de Tierra Santa, es motivo de un análisis de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), difundido a finales de mayo.
A 31 de mayo, 6 de cada 10 casas en Gaza se consideraba destruida por la artillería y bombardeos, según las fuentes que consulta ACN. La guerra ya ha cumplido 9 meses. Y aunque los gazatíes son los que la sufren más, también afecta a muchas otras personas en la región.
La franja de Gaza: dos zonas
La Franja de Gaza está ahora divida en una zona norte y una zona sur. En el norte el abastecimiento de comida y combustible es dificilísimo.
«Por ejemplo, 20 litros de diésel ahora cuestan 200 euros y solo proporcionan energía para dos horas de generadores«, explica George Akroush, director de la Oficina de Desarrollo de Proyectos del Patriarcado Latino de Jerusalén.
En la zona norte de la Franja hay 7 religiosas de tres congregaciones diferentes y un sacerdote católico. En la parroquia católica, dedicada a la Sagrada Familia, se refugiaron durante semanas hasta 700 personas.
Ahora hay menos, porque muchos lograron marcharse, y otros murieron. Los que se marcharon a menudo son los que tenían una segunda nacionalidad: intentaron demorar su marcha al máximo y acompañar a sus amigos y hermanos, pero llegó el momento, tras meses de guerra, en que dieron el paso.
A finales de mayo, en los edificios de la parroquia católica quedaban 184 familias (560 cristianos), entre católicos y ortodoxos, incluyendo 140 menores de 18 años, entre ellos 60 con discapacidades, y 84 personas mayores de 65 años.
Han muerto 30 cristianos, un tercio por no poder ir al hospital
Akroush, el hombre de la Iglesia latina para contabilizar las necesidades, han muerto 30 cristianos en estos 9 meses de guerra. Por supuesto, ninguno era combatiente. Son bajas civiles de personal desarmado. Lo desgrana así:
– 17 murieron cuando Israel bombardeó la parroquia ortodoxa de San Porfirio en octubre de 2023;
– 2 mujeres fueron tiroteadas por francotiradores israelíes en el patio de la parroquia católica;
– 11 personas murieron porque tenían enfermedades y no pudieron ser tratadas (al estar los hospitales destruidos, desabastecidos o bajo bombardeos).
Otras diez personas con enfermedades crónicas corren el riesgo de morir debido a la falta de tratamiento adecuado, cuenta Akroush.
Akroush cuenta el caso de Hanni Abu Daud, un hombre de 48 años que necesitaba diálisis regularmente. Debido a la inoperancia de los hospitales del norte, tuvo que irse al sur en busca de tratamiento. A causa del aumento de los ataques en esta parte de la región también allí dejó de ser posible el tratamiento. Hanni murió solo, lejos de su esposa y sus hijos. No le permitieron regresar a su hogar para poder despedirse de su familia. Fue enterrado en el sur, donde no hay ni clero, ni cementerios cristianos.
Sin combustible y electricidad, es difícil sacar agua de los pozos. La falta de suministros básicos como harina, pañales y agua deterioran la higiene y llevan a la enfermedad de los niños.
«Las hermanas de la Madre Teresa también están aquí, con personas con pluridiscapacidad, con personas mayores… Nosotros nos quedaremos con ellos. Recen por nosotros para que acabe esta locura», explican en la parroquia de Gaza.
El Patriarcado Latino de Jerusalén intenta aportar medicamentos, alimentos y salarios para todos los que colaboraban con entidades religiosas, aunque sus escuelas o apostolados estén paralizados.
George Akroush ha visto signos de generosidad fraterna. Dice que algunas personas que han conservado el trabajo han decidido dar el 15% de su salario a las familias más pobres. «La crisis está uniendo mucho a los católicos, pero la dificultad más grande está siendo la atención de salud», apunta.
El cardenal Pizzaballa pudo visitar la parroquia en Pentecostés y comprobar el nivel de destrucción contra el colegio católico, las casas, etc…
Cisjordania y Jerusalén Este
Cisjordania y Jerusalén Este, región bajo control de la Autoridad Nacional Palestina, tiene un 72% de desempleo, el mayor de su historia. Es por razones políticas: con la guerra, se impide a muchos palestinos acceder a sus antiguos trabajos o talleres en las zonas de control israelí. Ha habido despidos masivos, no se les permite apenas viajar y buscar oportunidades.
Tampoco hay turismo, lo que golpea especialmente a las familias de artesanos cristianos y pequeños tenderos, de manera muy especial en Belén, territorio palestino. Familias que se endeudaron para sobrevivir a la crisis del coronavirus (de nuevo, por falta de turistas) ahora se encuentran que no pueden rehacerse. Los cristianos son unos 45.000 en Cisjordania y unos 10.000 en Jerusalén Este.
Desde Belén: conciencia de lugar sagrado
Tabash, un joven artesano y comerciante cristiano, explica a ACN desde Belén: «Yo sigo abriendo mi tienda cada día: voy a la plaza, ante la basílica del Nacimiento, la gente me pregunta por qué voy, ya que soy el único que está abriendo la tienda. Lo único que me sostiene es la fe, sin fe no podría continuar ni siquiera un minuto. Hemos perdido la esperanza, lo único que nos queda es la fe».
Y añade: «Yo no puedo dejar esto, no puedo dejar a mi padre”, afirma Tabash. “Nuestra familia lleva esta tienda desde 1927, cuando empezó a alquilar el local a la Iglesia armenia. Mi padre me dice ‘ten fe, Belén es un lugar sagrado, no va a ser tocado’. Sí, yo voy a quedarme porque es un lugar sagrado, estamos viviendo en el lugar donde nació Jesús, no podemos irnos. Si no fuera por eso, me iría al instante».
«¿Es este un lugar solo sagrado para mí, para mi familia, para nosotros los palestinos de Cisjordania? ¿No es un lugar sagrado para todos los cristianos del mundo?», plantea. «Mucha gente tiene el deseo de venir a Tierra Santa. Es la hora de ayudarnos, de estar presentes en estos lugares santos».
El apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada
Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) entregó entre enero y abril casi medio millón de euros al Patriarcado latino. Antes, de octubre a diciembre, adelantó otros 200.000 euros. De ese dinero, 300.000 euros deben apoyar a los últimos cristianos de Gaza y el resto a familias cristianas de Cisjordania y Jerusalén Este. Se usa para medicinas, cupones de alimentos, costes de vivienda…